
27 Mar Algo más que una simple experiencia de voluntariado
Durante once años, la ‘Asociación en Favor de las Personas con Discapacidad Intelectual de Córdoba’ (APROSUB), organizó los ‘Encuentros Rurales para Disminuidos Psíquicos’. Un evento que destacaba por la participación de numerosos voluntarios que de forma desinteresada se ponían en manos de monitores para apoyarlos y poder atender a todos los niños y mayores que asistían a estos campamentos de verano.
Desde el inicio de mi diplomatura en Educación Especial participe durante tres veranos en estos encuentros que solían durar una semana. Aunque todos fueron especiales, nunca olvidaré el primero. Compañeros de clase de la Facultad de Educación de Málaga acudimos juntos como voluntarios a estos encuentros sin saber muy bien de que se trataban. Sólo teníamos información de que nos asignarían a un niño o niña con una discapacidad, que tendríamos que estar las 24 horas con él o ella y que tendríamos que atender todas las necesidades personales que tuviera, como darle de comer, ducharlos, vestirlos, etc.
A priori podría parecer un trabajo duro, pero luego resultó ser apasionante. Durante la semana que duró el campamento, en ningún momento me sentí cansado, todo lo contrario, no quería perder ni un minuto para poder disfrutar de la experiencia.
Recuerdo que en la primera edición me tocó a mi y a otra voluntaria un niño con discapacidad motora que se llamaba Sergio, de Castro del Río. Tenía solamente 6 años. Era increíble ver su cara de felicidad cada día cuando íbamos a la piscina o durante los momentos en los que cantábamos canciones.
Para mí los campamentos de Aprosub era mucho más que un simple voluntariado. Nunca pude imaginar que en tan sólo una semana se podía coger tanto cariño a las personas. Se formaba una familia. Tanto monitores como niños y niñas creaban un ambiente de amor y felicidad que en pocas ocasiones he vuelto a experimentar. Aunque cada edición en las que participe fueron diferentes y especiales, nunca olvidaré la despedida del primer año.
Actualmente estos campamentos, fruto de la evolución de la sociedad, han pasado a denominarse ‘Escuela Inclusiva’ donde no sólo participan personas con discapacidad sino también otros niños. Juntos disfrutan de talleres diversos como el de ganadería, actividad en la piscina o la sensibilización hacia la discapacidad motórica. Todo un ejemplo de integración y de evolución positiva de nuestra sociedad.
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