La imaginación de los niños que nacen en los pequeños pueblos
349
post-template-default,single,single-post,postid-349,single-format-standard,bridge-core-1.0.4,ajax_fade,page_not_loaded,,qode_grid_1300,qode-theme-ver-18.0.9,qode-theme-bridge,disabled_footer_top,wpb-js-composer js-comp-ver-5.7,vc_responsive

La imaginación de los niños que nacen en los pequeños pueblos

La imaginación de los niños que nacen en los pequeños pueblos

No se si algún filósofo se habrá preguntado alguna vez por qué nacemos en un momento determinado de la historia, estoy seguro de que sí, pero lamentablemente lo desconozco. Lo que está claro es que si lees este articulo en una fecha próxima a su publicación es que eres de mi época. Aunque con esto de internet nunca se sabe, puede que permanezcan estas letras guardadas en el servidor durante siglos y alguien las encuentre en un futuro lejano.

Yo nací en un pequeño pueblo llamado Monte Lope Álvarez, municipio que pertenece a Martos, en la provincia de Jaén. Tierra de olivos y trabajadores de campo. La suerte que teníamos es que estábamos cerca de la capital, a 30 kilómetros aproximadamente, y eso nos permitía no vivir muy desconectados del avance de la sociedad.

Pero a pesar de esto, en los años 80, las comunicaciones eran muy diferentes a las que tenemos ahora. Recuerdo durante mi infancia usar el primer teléfono fijo, la llegada de la televisión a color, los casetes, las cintas de video VHS, el primer móvil, el primer router. El avance era cada vez más rápido, más técnico, más global. Aunque ahora es menor el tiempo que pasa entre que sale un producto a la venta y llega a las personas que viven en los pueblos, antes podían pasar meses hasta que se conociera y usara.

Esto quizás se podría ver como algo negativo, aunque para mi creo que fue algo positivo. Cuando naces y creces en un pueblo tienes que inventar todo aquello que sabes que existe pero que no tienes. Los niños desarrollan la imaginación. El circo, por ejemplo. Nunca venía un circo al pueblo. A veces, este pasaba por la ciudad, pero difícilmente los padres podrían llevar a sus hijos porque trabajan[quote align=’right’]Cuando naces y creces en un pueblo tienes que inventar todo aquello que sabes que existe pero que no tienes[/quote] durante todo el año en el campo. Teníamos que crear nuestro propio circo con perros, gatos, gallinas, conejos. Recuerdo como nos juntábamos todos los niños del barrio y preparábamos el espectáculo, música en una cinta de radio, luces sacadas de una vieja batería de un coche, para nosotros era el mejor circo de todos, porque lo hacíamos nosotros.

El tiempo libre en los pueblos permite desarrollar la imaginación. La ausencia de internet y de la presión de actividades extraescolares, que para lo único que fueron creadas es para ocupar el tiempo de los niños mientras sus padres trabajaban, hacían que el pueblo se convirtiera en un escenario para vivir la infancia de una manera especial. Las tardes se disfrutaban en la calle, con los amigos. Había que aprender a compartir, convivir y respetar. Si no lo hacías, los demás se encargaban de enseñártelo a través de una pelea o ignorándote.

Para mí, nacer en un pueblo me ha ayudado a dar significado a lo que tengo, apreciar las amistades, las reuniones familiares, los momentos de libertad, el amor por los vecinos, por la naturaleza. Valores que me acompañarán siempre. No sé como repercutirá en la sociedad del futuro los niños ‘nativos digitales’ que viven la infancia pegada a la tecnología, a largas  horas de estudio y una gran lista de actividades fuera del colegio. Lo que estoy seguro es que será diferente, espero que no estemos matando la imaginación y la creatividad.

No Comments

Post A Comment